Arán en el bosque


Había una vez un niño llamado Arán, a quien le encantaban los animales. Desde muy pequeño, Arán mostró un gran interés por conocer todas las especies que habitaban en el mundo. Le gustaba aprender sobre sus características, hábitats y costumbres.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Arán encontró a una pequeña ardilla que había caído de su nido. La ardilla estaba herida y no podía moverse. Arán, sin dudarlo, la tomó en sus brazos y la llevó a su casa para cuidarla.

Arán cuidó de la ardilla con mucho cariño, alimentándola y manteniéndola caliente en su cama. Después de un par de días, la ardilla se había recuperado y estaba lista para regresar a su hábitat natural. Arán la llevó de vuelta al bosque, pero antes de irse, la ardilla le regaló un collar con una bellota colgando de él.

Desde ese día, Arán se convirtió en el mejor amigo de todos los animales del bosque. Cada vez que encontraba a un animal en peligro o necesitado, estaba allí para ayudarlo. Los animales sabían que podían contar con él para cualquier cosa.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Arán encontró una cueva secreta detrás de una cascada. Decidió explorarla y se adentró en la cueva, donde descubrió un lindo zorro que estaba atrapado en una trampa. Arán no dudó en liberarlo, y como agradecimiento, el zorro le otorgó un nuevo collar con una pequeña hoja de arce colgando de él.

Arán, con su corazón lleno de amor por los animales y su colección de collares, se convirtió en el guardián del bosque. Y aunque pasaron muchos años, siempre recordaba con cariño la aventura que lo llevó a conocer a tantos amigos peludos y emplumados.